Después de esto, hubo dos o tres días decepcionantes pero llegó el día. El día en el que el miedo superó al placer, el día en el que nos dejamos llevar por la sugestión y el egoísmo. Un día que pudo resultar fatal para los tres. Llamé a Javi para ver si quería venir a conocer como hacíamos body y para que hiciera fotos y videos. Para esto, tenía claro que debía de ser en un día en que las predicciones superaran cualquier expectativa, y este día llegó. Era fin de semana y Marcano y yo, ya sabíamos que se avecinaba un temporal que cambiaría el clima en el Mediterráneo y que cambiaría el comportamiento del mar.

Llegó el sábado y vimos que la medida de las olas en Alicante superaba los dos metros por bastante, y como locos, nos fuimos. Javi, Marcano, José Carlos y yo, nos aventuramos a La Calita (El Campello) con toda la intención de arriesgarnos y sentir de verdad un basto muro de agua. Cuando llegamos, vimos que hacía mucho viento y que el mar estaba muy, muy bravo. Era una locura entrar ahí. Nunca habíamos visto la Calita de esa manera, acongojaba pero al mismo tiempo, teníamos el gusanillo. Entramos por el espigón porque era muy difícil entrar de frente para coger una ola. Y nunca habíamos entrado por el espigón. Llegamos hasta el final del espigón con dificultad y vimos el riesgo que suponía adentrarnos de esa manera. Cuando estábamos decidiendo como meternos al agua, llena de olas inmensas a la altura del espigón y de repente vimos como se acercaba una ola increíble y enorme hacia nosotros, no tuvimos ninguna reacción. Simplemente nos quedamos mirando como se levantaba un muro de agua de tres metros enfrente de nosotros y como nos atizaba con fuerza. A pesar de ir sin neopreno el frío no se notaba. La ola tiró de golpe a José Carlos y Marcano contra las rocas y a mí milagrosamente, no me tiró. Cuando desapareció el agua de las rocas, lo primero que dijo Marcano, fue “¿están todos bien?”.