En la segunda parte terminé contando que nos tiró una ola de unos tres metros sobre las rocas del espigón. Estábamos enteros los tres y misteriosamente, a parte de alguna magulladura que otra, nadie se rompió nada…

Ante mí se levantaban muros de hasta cuatro metros y no me atrevía a entrar pronto en la ola. Pues bien, me decidí a coger una y conforme me succionaba, yo aleteaba con todas mis fuerzas, cuando parecía que iba para adelante, la cresta de la ola me golpeó en la cabeza con fuerza y comencé a dar vueltas dentro del agua. La situación era muy angustiosa y pensaba que me ahogaría. Cuando logro salir a la superficie, observo como Marcano, ya desde fuera, nos hacía señas con las manos para que salgamos fuera. José Carlos perdió la tabla mar adentro y no hacía pie. Era altamente peligroso y como pudo, salió del mar. Yo por mi parte, después de dos intentos fallidos de montarme en una ola, también salí, dolorido pero impresionado.Cuando nos reunimos los cuatro en la playa, lo primero que dijimos fue: ‘’Nunca más por el espigón, y nunca más con mucho viento y desordenado ‘’
Marcano: ‘’ hemos podido morir y nos hubiera causado un trauma la muerte de algún compañero.‘’
… Los comentarios eran comentarios de personas que la naturaleza les paró los pies, la naturaleza no se dejó dominar. Al volver, un amigo que hace surf desde hace tiempo nos dijo que estábamos locos por entrar desde el espigón y también que estábamos mal de la cabeza por entrar con temporal y olas de cuatro metros sin tener casi experiencia. Lo cierto es que tiene razón, y lo cierto es que un surfista tiene que respetar el mar, convivir con el, y tratarlo bien. En esta playa, este día, no había casi nadie surfeando y normalmente esta llena de gente.
