¿Quién pensaba que los videojuegos violentos no existieron hasta la llegada de Carmageddon, Doom y similares? ¿Pensabas que el lanzamiento de Mortal Kombat era lo más violento que habían visto nuestras pantallas? ¿Quién pensaba que con cuatro píxeles bien colocados no se podía acceder a una buena razón de casquería? ¿Se puede ser retro y gozar con las vísceras, la sangre y similares? Todas esas preguntas, y otras tantas, las vamos a responder hoy. Para que veáis que ser retro no significa privarse de un poco de gore. Aunque bueno, eso ya lo comentaré con más detenimiento más adelante, cuando hablemos de una saga mítica, y típica de los 16 bit. O cuando tratemos de algunos juegos de Atari, que a buen seguro sorprenderán.
Corría el año 1986. Hace ya la friolera de 22 años. Pero nos gusta el retro, y no únicamente en el caso de juegos como Final Fight, nuestro último comentario, un juego que ha envejecido muy bien a nivel gráfico. En cambio, nuestro representante de hoy no ha envejecido tan bien, pero quizás te sorprenda más. Como decía, en el año 1986 podíamos encontrar en nuestros salones recreativos y consolas juegos hoy por hoy míticos (y no eran en 3d) como Alex Kidd: the lost stars, el maravilloso Bubble Bobble, el Fantasy Zone, Ikari Warriors, el alucinante Out Run, el Renegade (abuelo del Final Fight). Como veis, no era un mal año no. Y más o menos, todo el mundo conoce esos juegos. Llenos de colorido y seguro que a día de hoy muchos los calificarían de infantiles. La industria del videojuego, quizás diría, era infantil, no como ahora, que matamos, robamos, pegamos tiros y bueno, no veas que bien…
Pues ese jugador actual ficticio que hemos imaginado quedaría muy sorprendido si se acercara al rincón más oscuro del salón recreativo de aquel año 1986, que mientras inventamos el viaje en el tiempo, podemos revivir con MAME, y probara Chiller. Un juego simplemente sorprendente, que además fue convertido para la NES (obviamente, sin licencia) y su pistola Zapper. Porque estamos hablando de un juego de pistola.
El objetivo del juego es bien sencillo. Te encuentras ante cuatro localizaciones de película de horror (una sala de torturas, un cementerio, un lúgubre pasillo y unas catacumbas), muy creepy todo, donde hay algunos humanos que están siendo torturados. Quedarás sorprendido además por la cantidad de detalles que tienen los escenarios. Si consigues, entre el marasmo de los disparos, fijar tu atención (y lo tendrás que hacer si quieres una sorpresa) te sorprenderás. Mirad el escenario antes y después de la irrupción de un jugador retro sediento de sangre.
Tu objetivo es disparar a todas las alimañas infernales (ratas, gusanos, murciélagos, fantasmas, momias, lo que se te ocurra) que rondan por ahí y están esperando que les dejes tiempo para roer la cabeza y extremidades a los pobres humanos. Pero no te preocupes, oh jugador de GTA y similares, que el juego es totalmente abierto, lo que significa que si en tu lucha por acabar con las alimañas infernales se te escapa algún tiro contra los pobres humanos, no habrá ningún problema. Es más, los satánicos creadores favorecen y recomiendan que se dispare a los humanos…
A continuación podéis ver cómo dejó la cámara de torturas de la segunda fase un jugador de Atari al que le dijeron que E.T era un mal juego (casualidad que casi nadie que dice esto ha jugado al juego).
Pero no te creas que es sólo disparar a los humanos y ver sus vísceras tras el impacto. No, hijo no. Este juego es mucho más artístico que todo eso, y te permite, sin ir más lejos, disparar a una guillotina para que la hoja cercene la cabeza del desgraciado (llamémosle Luis XVI). Por otra parte, podrás disparar a un mecanismo que aprisiona la cabeza de otro torturado, en un remedo pixelado de garrote vil reactualizado. Otro que es muy curioso es hacer que uno de los prisioneros descienda sobre un río de sangre, mediante un sistema de palancas, para que un pobre cocodrilo pueda alimentarse. Tendrás que ir accionando el mecanismo poco a poco (primero le come las piernas hasta la rodilla, luego hasta la cintura, finalmente el tronco y así). Quitarle el sujetador (el tema de los videojuegos y los sujetadores es sorprendente, ¿verdad King?) a una señorita enterrada hasta la cintura, destrozar las vidrieras de una iglesia…Así que ya ves, pobres humanos. Si no se los comen las alimañas, que se pasean por ahí con miembros en la boca, les disparará el jugador con total maldad.
Para llegar a la fase final del juego necesitarás solventar los 9 secretos de cada fase, zonas ocultas donde hay que disparar o acciones a realizar con el escenario. Para descubrir los últimos cinco secretos os puedo garantizar que hay que sudar tinta, son casi de aventura gráfica la forma de revelarlos. Cada vez que resuelvas todos los secretos de una fase, tendrás acceso a la recreativa macabra. Si los solventas todos, podrás ver la última fase del juego, un tiro al plato muy curioso… Aquí podéis ver la cantidad de secretos para descubrir (para que luego digan del Final Fantasy XXVIII).
Por lo que respecta a la música, está compuesta por una marcha fúnebre versioneada para la ocasión y toda una serie de gritos, lamentos y crujidos muy adecuados. No hay mucho más que añadir a los efectos de sonido, indicando que cumplen su papel sobradamente, con profusión de gritos, crujidos y todo tipo de efecto de serie B. Por último, resulta curioso que puedas solventar las pantallas sin disparar ni a un solo monstruo (lo cual es lógico, no hay peor monstruo que el ser humano), puesto que los certeros disparos a la anatomía humana también cuentan a la hora de reducir el número de monstruos que necesitas matar para solventar la pantalla. Una mano equivale a un monstruo eliminado. Un pie igual. Imagina el partido que se le puede sacar a los humanos.
Para concluir este pequeño análisis, se me ocurre una reflexión pesimista a la par que interesante acerca de la condición humana. Quizás no fuera la intención de los programadores decir esto, pero, ¿acaso hay peor monstruo que el ser humano, como ya nos enseñó Mary Shelley en Frankenstein? ¿Son peores que nosotros los gusanos y alimañas que aparecen en el juego? Claramente no, puesto que lo que ellos hagan lo harán por instinto, mientras que nosotros, empleando nuestra libertad de elección, elegiremos el mal. Y no me estoy refiriendo únicamente al juego, obviamente.
Así pues, por absurdo que parezca, Chiller nos pone en contacto con el placer de destrucción del ser humano. Pudiendo elegir no hacerlo, casi todos los jugadores acabaremos con los humanos. Y no nos engañemos, no lo haremos únicamente por obtener las bonificaciones… En este sentido, J. Glenn Gray, en su obra “Guerreros. Reflexiones del hombre en la batalla” se ha planteado con gran claridad el problema de la pulsión destructiva de la humanidad, cuestión que veo mínimamente reflejada en este juego de 1986. Quizás me estén afectando las partidas al Laser Blast de Atari…
En fin, volveremos muy pronto, y más retro que nunca; por lo menos un lustro retrocederemos. Ya puestos, quizás sigamos indagando un poco en los orígenes de la violencia videojueguil, para culturizar a estas nuevas generaciones que no respetan su pasado.