La banda sonora del extraordinario videojuego Killer7 está en la línea del mismo. Es una música abstracta, de acompañamiento, progresiva, con toques psicodélicos e inquietantes, y pienso que de igual manera se podría definir Killer7. El juego es abstracto, progresivo, psicodélico en su inquietud y su música es el mejor complemento.

El valor incalculable que posee esta obra musical es la naturalidad perturbadora con la que pasamos de un estilo a otro. Así, parece que se reinventan géneros que nos desconciertan y que no terminamos de entender del todo. Podemos escuchar electrónica con voces celestiales de fondo, como si de un ángel de la capilla sixtina se tratase, y también podemos escuchar guitarras eléctricas mezcladas con electrónica y algún retazo chill-out que aunque admita que no es lo que me gusta especialmente, reconozco que le queda que ni pintado a la BSO. En algún tema se perciben instrumentos como triángulos y todo tipo de percusiones atípicas que solo podemos escuchar en conciertos de Mike Oldfield. El piano también esta presente y lo realmente curioso y admirable aunque perturbador e inquietante a la vez es la capacidad de mezclar tantos instrumentos, estilos, géneros y sonidos vocales en una misma obra que a la vez, nunca parece que se desvanezca o que no este unida. Misteriosamente parece esencial para la unión sónica de la obra todo lo que escuchamos en la BSO. Se nos hacen imprescindibles todas las canciones y cada nota que oímos.