El pasado mes de Agosto me llamó Jose y me animó a comenzar a practicar Body Board. Acabamos de empezar con el bodyboard y Marcano, que antes de septiembre llevaba siete años sin practicarlo en Venezuela (es Venezolano) se hizo el ánimo y volvió a las olas. Tras muchas decepciones, (dado que en verano no hay olas casi nunca y cuando hay son ridículas) a partir de septiembre comenzamos a ir a la playa a practicar este nuevo hobby. No había muchas olas pero ya se podía disfrutar de un buen día de surf.

¿Ves las tres cabezas a la derecha?
La primera impresión fue increíble y la sensación de deslizarse por el agua y dejarse llevar por una ola dirigiendo tu destino fue descomunal para José Carlos y para mí. A partir de ahí, cada vez que las previsiones eran buenas, nos acercábamos a la Calita en El Campello. Habían días que nos acercábamos y era en vano, pero otros días estaba muy bien. Esto del surf para mí actuó como la droga más adictiva y no hay minuto que no piense en eso.
Se corrió la voz en nuestro entorno de que hacíamos bodyboard y nuestro amigo Marcano se unió a nosotros. El día mágico llego, y un día con olas de metro y medio y mar de fondo (que quien no sepa de surf le parecerá poco) fue perfecto para meterse al agua. Ese día aprendimos más que nunca y todo fue perfecto. Fue un día claro, con olas en serie ordenadas, con un poco de tubo, estábamos alucinando porque acabábamos de comenzar con este placer y nunca habíamos visto nada igual. Marcano que surfeó en Venezuela olas de hasta tres o tres metros y medio nos dijo que el pensaba que en el mediterráneo no se podía disfrutar del surf. Pero también alucinaba y recordó como era un buen día de surf.